Felicidad en el trabajo

7 febrero 2022

Meses atrás me invitaron a una mesa redonda para hablar de la Felicidad en el Trabajo y de los Directores/as de Felicidad. Que qué opinaba al respecto.

En relación al tema, diferentes consideraciones.

Mi primera aproximación es de “arrugar la nariz”.
¿Quién soy yo para erigirme como Responsable de Felicidad de Quién?

¿He de cargar con esta mochila?
¿Es o no es un factor íntimo e individual esto de la “Felicidad”?

A priori me siento cómoda con el compromiso de contribuir a crear organizaciones sanas, saludables, sostenibles... donde el propósito, las relaciones, las oportunidades y los valores permiten a las personas aflorar su mejor versión. Esto sí. Cargar con su felicidad (concepto privado, volátil, sujeto a factores externos, sujeto a factores de personalidad...)... no. Por no hablar del “paternalismo en la gestión” que emana la palabra “felicidad en el Trabajo”.

No obstante, pienso que si alguien (alguna empresa es capaz) de poner este nombre a su departamento o manager, es una auténtica declaración de intenciones y desde ahí, pienso que le obliga, por coherencia, a hacer cosas “buenas”.

Desde ahí reivindico la productividad a través de invertir en bienestar y en entornos saludables.

Desde ahí reivindico a contratar a gente feliz (positiva, optimista). Es gente que te aportará y generará menos problemas y más oportunidades que las negatives. No tanto un director de Felicidad y sí contratar a gente Feliz (más allá de toda crítica que daría para otra entrada en relación a las luces y sombras de la influencia de la psicología positiva en la gestión de personas).

Por no hablar de cómo perjudica este debate (a mi modo de ver) a la “credibilidad del rol”. Hemos tardado décadas en ser vistos y sentarnos en los comités de Dirección pudiendo hablar de negocio y siendo interlocutores válidos. Parece que con este debate volvemos al cajón “de lo soft” y se puede volver a cuestionar la valía y contribución de la función. Trabajemos en misiones coherentes, fuertes y creíbles. En Buenos liderazgos transformadores. En políticas de equilibrio de la vida personal y profesional y en que el trabajador/a sea escuchado, atendido y pueda participar para desarrollar su mejor versión. La felicidad será una consecuencia de todo esto. Y quizá, personas no felices en nuestro entorno lo serán en otros. Y no pasa nada.

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